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2ª JORNADA DE REFLEXIÓN
LA PONDALA,  9 de abril de 2019
Restaurante "La Pondala"

Recomendaciones: arroz con almejas, menestra, roast beef, tarta gijonesa 
 
Cofrades asistentes: G. Rullo en solitario, una cena húmeda y un poco triste pero que mereció 5 almejas.

La Pondala: El local, perfecto: en buena zona, aparcamientos de sobra, comedores acogedores, sobrios y elegantes, ni muy grandes ni muy pequeños, jardín con terraza ideal para cenas de verano... Personal atento, educado y competente. Un sueño de restaurante, una cena inolvidable, quizá más para el camarero que para mi.

Era martes; poca gente, mal tiempo. La velada no comenzó con buen pie. Aunque no la frecuento tanto como me gustaría soy conocido de la casa, pero esa noche no me reconocieron. Me habían robado horas antes el casco de la moto y llovía un poco; hacía meses que tenía que haber pasado por la peluquería y tenía el pelo muy largo (mejor dicho, muy alto, porque tengo un pelo duro e impeinable que crece en volumen, como los hongos, y entre el aire y las salpicaduras de barro con que me rociaron cara y cabeza los coches llegué a la puerta de La Pondala pareciendo un mandril, empapado y hecho un cromo. Mis Crocs, encharcados, (no tengo estilo, ya lo sé) rechinaban a cada paso como los zapatos de Bob Esponja y mi cabeza aparentaba un volumen equivalente a dos, pero de jabalí. Con el aire a 100 Km/h el pelo embarrado se había petrificado apuntando al cielo, como si hubiera estado colgado de los pies, y con la cara llena de gotas de barro secas debía parecer una caricatura horrible y degenerada de Pippi Langstrum. El camarero de guardia no me reconoció, no le culpo, y yo tampoco tuve fuerzas ni ganas de que lo hiciera. Cuando vio con horror que me dirigía al comedor me interceptó rápida y profesionalmente para conducirme al rincón más alejado de la puerta y desaparecer a continuación por un buen rato. Creo que estuvo buscando un biombo. Fuí al baño para adecentarme un poco, me lavé la cara y mojé y aplasté el pelo contra el cráneo para que pareciera peinado con gomina pero no mejoré mucho; cuando regresé al comedor ya no parecía un mandril sino un adicto al crack. No me extenderé más en el relato de los incidentes de esa noche ya que no es objetivo de este análisis. Vayamos al meollo, a la sustancia, a la esencia:

 


Menú:
Ensalada mixta, arroz con almejas y tarta gijonesa, Pesquera tinto, café y chupito gratuito. Dios, todo buenísimo. El arroz con almejas -vaya por Dios- era para 2 personas mínimo o sea que pedí las dos raciones y me llevé lo que quedaba de la segunda en un tupperware cuidadosamente cerrado, impermeabilizado y protegido por una doble bolsa de plástico que acomodé detras de mí en el asiento de la moto y perdí inmediatamente nada más arrancar.

El Pesquera había hecho el efecto que se esperaba de él y no recuerdo exactamente a cuanto ascendió la cuenta, pero sé que fue bastante menos que la multa que me pusieron a la vuelta. Cinco almejas bien merecidas a pesar de todo, a no ser que algún otro cofrade discrepe en la valoración por experiencias propias.



50.00 €, a 75.00 € por cabeza

Asociación de Amigos del Arroz con Almejas

AAAA

FUCK YOU INC.

MEJILLONES MIS COJONES, S.L.